miércoles, 5 de noviembre de 2008

A la sombra de la abadía de Sint Sixtus

Como un musulmán que se dirige a su primera peregrinación hacia la Meca, algo así me sentía yo en mi primer viaje hacia la abadía de Sint Sixtus en Westvleteren. Poco más de una hora nos llevó recorrer los 80 kilómetros que separan Brujas del pueblo de Westvleteren atravesando de este a oeste la región de West Vlaanderen, buena parte de ellos por carreteras secundarias que atraviesan una de las zonas más despobladas de Bélgica y cuyo único interés turístico, a parte de la visita a la abadía, es la ciudad de Ieper, donde se encuentra un museo de la segunda guerra mundial y se pueden visitar restos de las trincheras que formaron parte de la famosa Línea Maginot.

Nervios en el estómago y esa sensación de incerteza que uno tiene cada vez que se dirige a lo desconocido, mientras que en mi calenturienta imaginación se dibujaban escenas de como sería el interior de la abadía. En mis mejores visiones aparecían oscuras salas con enormes toneles de madera donde maduraba la Westvleteren 12, me veía a mí trepando por la barrica y sumergiéndome en aquella mágica poción hasta quedar inmunizado para siempre cual Obélix en su marmita...

Y es que todo el misterio que rodea a la cervecería de la abadía de Sint Sixtus in Westvleteren y a su célebre cerveza, todas las historias que había oído y que había leído, la limitaciones para comprar (solo una caja por visitante y coche), que apuntaban la matrícula del vehículo, que había firmar un acuerdo de "no reventa" y toda la leyenda que envuelve a la cerveza de Westvleteren habían ido calando poco a poco en mi subconsciente de tal forma que no tenía ni idea de que era lo que me podía encontrar; quizá me hiciesen pasar a un claustro cerrado con una pequeña ventana a través de la cual un monje te sometía a un interrogatorio acerca de cuales eran "tus intenciones" con aquel elixir de dioses y que tras hacerte jurar y perjurar que no ibas a comerciar con él e incluso quizá de hacerte firmar algún tipo de documento, se abriría aquella ventana el espacio justo para dejar pasar una caja de Westvleteren... Pero nada más lejos de la realidad.



(Continua)

2 comentarios:

Iker M. dijo...

Jeje, con esas expectativas, me parece que te quedaste con las ganas...

Andrés dijo...

Mañana, la continuación...